Las imágenes de las celebrities portando en sus brazos a sus adorables mascotas se están haciendo cada vez más habituales. De hecho, desde que Paris Hilton posó por primera vez con su chihuahua en un photocall, muchas famosas han seguido su ejemplo. Algunas incluso se han aventurado a teñir el pelaje de sus mascotas de llamativos colores. El pasado verano, sin ir más lejos, la modelo Alessandra Ambrosio era fotografiada en las calles de Malibú, en California, paseando a su perro teñido de rosa y morado. Antes que ella, otras muchas famosas ya lo habían hecho. Es el caso de Emma Watson y su caniche rosa o Aubrey O’Day y su pomerania.
Sin embargo, esta tendencia de utilizar a los perros como complementos de moda no es ni mucho menos novedosa. En 1911, la señora de Benjamin S. Guinness, llevó al primer pequinés a los Estados Unidos y en poco tiempo se convirtió en su accesorio estrella. “El pequinés dice ser ahora el perro más elegante en Perrilandia”, publicaba Vogue en 1911 con motivo de la celebración de un desfile en el Hotel Plaza en el que se lanzó la raza. Ya entonces los perros minúsculos eran los más codiciados: “cuanto más pequeño sea el perro más valioso, y mejor si pesa menos de tres kilos y medio” escribía la revista.
Los pedigríes favoritos entre la alta sociedad tampoco distaban mucho de los que prefieren ahora las famosas. Las razas más solicitadas eran el pequinés, el Boston bull, el terrier maltés, el terrier de Yorkshire, el bull terrier francés y el spaniel inglés. Tal era la fiebre por estas mascotas, que Vogue publicó varios reportajes de propietarios con sus perros
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